Saturday, May 11, 2013

Alberto Garrido y Federico Piñero


FEDERICO PIÑEIRO Y ALBERTO GARRIDO
Nacido en Santa Clara, provincia central de Cuba, el 3 de octubre de 1903, Federico Piñeiro no sólo era un actor de indudable "bis" cómica, sino un avispado empresario. El éxito radial, teatral y cinematográfico de su famoso dueto con Alberto Garrido, el falso negrito, le permitió no solo ser propietario de algunos cines en la ciudad de La Habana, sino ser el fundador y dueño de su propia empresa de producción. El empresario Piñeiro, funda en 1940 la Producciones P.I.C.A., que filma en el propio año "Yo soy el héroe". En esta película, la única producida por la naciente empresa, la dirección estuvo en manos del cubano Ernesto Caparrós, que también participó en la producción.
Es interesante aclarar que la pareja Garrido y Piñeiro no siempre aparecían en la pantalla como tal. En "Mi tía de América" , segundo filme donde actúan ambos, no constituía la conocida agrupación de "negrito y gallego", sino que actuaban como tales pero de manera separada. En realidad, no necesitaban integrarla para ser reconocidos como "Chicharito y Sopeira". Era tal la fama de ambos actores que su sola mención en los créditos era asumida como garantía de comicidad y, por tanto, de público. Hoy en día, más de cuarenta años después, los cubanos que peinan canas todavía sonríen ante la sola mención de sus nombres. Esta fama se cimentó, entre otras cosas, por los brevisimos "sketches" que ambos filmaron para la cerveza "Polar" con el director y productor Manolo Alonso. El carácter promocional de tales materiales permitía una fácil distribución de los mismos por todos los cines de la Isla y, por supuesto, afianzaba aún más la fama de ambos actores.
Aunque algunos han pretendido ver en la pareja una relación entre el español y el cubano, esta visión peca de poca objetividad. Para los nacionales de la primera mitad del siglo, el cubano era, por supuesto, el blanco. La unión de negro y gallego sólo remiten a un sector, fundamentalmente considerado marginal, en donde se daban de la mano aquellos que, como señala Manuel Ruiz, "eran los últimos hasta en el cubilete".

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